Sé
que no puedes ser tu, puesto que vi como la tierra caía sobre tu ataúd 3 meses atrás,
sin embargo estas a poco mas de 15 metros enfrente de mí en estos momentos,
sonriendo como usualmente lo hacías diario, en esa banca verde donde pasábamos
horas escuchando música, platicando o simplemente viendo a las personas pasar.
Me
acerco a ti un poco desconcertado, pero no puedo negar que estoy feliz de verte
una vez más, no sé si es por lo nublado del día (que para mi desde que estas
muerta siempre está nublado) pero te
noto un poco mas pálida de lo normal, aunque siempre me gusto ese tono de piel,
resaltaba tu cabello y ojos negros, me siento a tu lado y empiezas a hablarme.
“Te
ves ojeroso, ¿no has dormido?”
“No
mucho, me cuesta trabajo dormir últimamente.”
“¿Haces
muchas cosas en el día?”
“En
realidad no, voy haciendo el vago la mayor parte del tiempo, no he ido a la escuela
desde ese día…”
Ese
día… ¿Cómo olvidarlo?
Quede
de verme contigo en el centro para buscar tu mentada funda para el celular, no
entiendo para que, si siempre era lo mismo, se ensuciaba o lo descocía, era
como el cuarto que comprabas, y quedamos de encontrarnos precisamente ahí, en
la banca donde estábamos platicando ahora.
“Creo
que eso ya no debería importarte mucho… ya pasó.”
Recuerdo
que tardaste en llegar, se que la puntualidad nunca fue tu fuerte, sin embargo
aun para ti, ya era mucho tiempo el que había pasado. Fue cuando empecé a
impacientarme o a sentir que algo no estaba bien.
“¿Estás
molesta conmigo?”
“Claro
que no, después de todo yo fui quien te pidió que hicieras algo.”
No
sé por qué espere tanto, solo recuerdo que llegaste cuando estaba oscureciendo,
con los ojos demasiado rojos, no sé cuantas horas lloraste, pero estaba claro
que estabas sufriendo. En cuanto te vi en ese estado, mi enojo y desesperación de
que te tardaras y que no contestaras mis llamadas de repente cambiaron por esa sensación
de incertidumbre de no saber qué demonios pasaba y solo quería saber que o
quien te había puesto en ese estado.
“Creo
que él tuvo algo que ver en todo esto.”
“Siempre
me hablaste de él, pero nunca me lo presentaste.”
“El
no quería conocerte, solamente te vio una vez.”
“¿En
serio? ¿Cuándo?”
“Ese
día. Creo que fue él quien lo hizo.”
Me
llene de rabia cuando empezaste a contarme lo que había pasado, y la verdad no entendía
que estaba mal con tu padre, ni con el wey que tenias por novio, ¿Qué chingados
hacia o por qué no te defendía? Cualquier cosa que hubiera hecho sería mejor
que solamente quedarse callado y hacer como si no pasara nada.
“Pues
para nunca haber hablado con él, creo que entendió por lo que estaba pasando y
lo que te había pedido, ¿Seguro que fue él?”
“¡Claro
que fue él!”
“Entonces,
¿Tú no lo hubieras hecho?”
“No
dije eso.”
Me
dijiste que estabas harta, que te sentías la peor basura del mundo, tan impura,
tan infeliz, querías escapar, querías libertarte de esa sensación, del recordar
su aliento en tu oreja y la manera tan salvaje de golpearte para que accedieras
a cumplir sus pendejadas. Fue cuando me percate que tenias esas marcas en tus
muñecas, aun frescas, y que no fue difícil inferir que te habías hecho tu misma
con ese cuchillo que traías en tu mano izquierda… y fue también cuando terminaste
de hacer esa pregunta que tengo esta maldita laguna mental de lo que paso después…
no recuerdo nada después del “¿Me ayudas a terminarlo? ¡Lo intente pero no
puedo! ¡Ayúdame por favor!”
“Creo
que es obvio pero nunca te di las gracias por hacerlo.”
“Agradécele
a él, yo no puedo perdonarme aun por lo que paso.”
“¿Entonces
no estás feliz por mí? ¡Mírame! ¡Estoy feliz y tranquila por fin!”
Cuando
volví en mi, solo recuerdo verte recostada en esa banca, tranquila y
silenciosa, una mano en tu abdomen y la otra casi rozando el suelo, si no fuera
por esos ojos vacios y perdidos, juraría que así dormías todas las noches. Fue
entonces cuando me percate de ese corte brusco bajo tu garganta, del cual
chorreaba aun la sangre fresca, y la cual estaba goteando al suelo desde la
banca. Me petrifique al ver que yo tenía ahora el cuchillo, el cual estaba
empapado en el mismo color rojo que salía de ti. Pero yo no lo hice, no
recuerdo haberte ayudado, y no sé si me impacto mas verte en ese estado o saber
que no había sido yo quien te ayudo a escapar de ese sufrimiento si no él,
quien no te había visto antes en la vida, y quien a lo mejor estaba esperando
el mejor momento para ayudarte, o tal vez no confió en mí para hacerlo y opto
por actuar él solo.
“De
cualquier forma, gracias, ahora estoy bien y nadie más me hará daño, al menos
no aquí.”
“¿Ya
te vas?”
“Si,
por ahora me iré, pero no estaré lejos, después de todo, mientras no aceptes
que me ayudaste y te perdones, seguramente nos seguiremos viendo en este lugar.”
Acabando
de decir eso, una luz blanca empieza a inundar el lugar y ya no me encuentro en
la banca, no estoy al aire libre y no hay gente a mi alrededor… estoy solo, en
este rincón, el cual puede que se sienta frio porque estoy descalzo… y no puedo
taparme los pies porque no tengo libres las manos.
“Entonces
te estaré esperando aquí de nuevo.”
Actividad
de rehabilitación del paciente 358 – Ensayo de tema libre sin farmacos, bajo la supervisión del
enfermero Octavio Díaz y el Dr. Carlos Tamudio - Día 87 de hospitalización.